jueves, 27 de octubre de 2011

Para tí Marco, allá donde estés...

Ya han pasado unos días desde que te has ido, pero hasta hoy no me he atrevido a escribir estas líneas...
Marco, tú nunca has sido santo de mi devoción... Más bien todo lo contrario. Pero el domingo cuando te ví en el suelo inmóvil se me vinieron demasiadas cosas a la cabeza. Tu pelo, tu risa, la cinta que siempre llevabas en la nariz, el "ciao tutti" y un millón de cosas que te indentificaban...

Nunca, jamás, voy a olvidarte, tú has sido el único que le has dado un poco de juego a este mundo (aunque a veces pasandote un poquito, todo hay que decirlo) tu forma de pilotar ha sido impresionante, tu forma de ser y la manera de expresarte encima de la moto... Me da muchísima pena cómo ha acabado todo esto, solo espero que desde allí arriba seas capaz de perdonar todas las cosas feas que he dicho de tí (que eso no quiere decir que no las merecieras, ojo!) pero no es momento de recriminar nada... Solo espero que vivas en el cielo todo lo que te ha faltado por vivir en la tierra.

Ciao Marco, gracias por todos lo momentos buenos y malos que hemos vivido contigo, te echaré muchísimo de menos.

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